Spain
2019
08
Meda Mládek: 100 años de arte
Gran mecenas y personalidad arrolladora, Meda Mládek es una figura indispensable para entender la trascendencia del arte disidente en el corazón de Europa. Durante años, a lo largo de las décadas de los 60 y 70, viajó desde su exilio en Washington a Praga y otras capitales del antiguo bloque del Este para reunir una de las colecciones más prestigiosas de Europa Central. En 2003 fundó el Museum Kampa para exhibirla.

El Museum Kampa se encuentra en la ribera del río Moldava en el centro histórico de Praga. Desde sus ventanales, en las salas que acogen las esculturas cubistas de bronce de Otto Gutfreund, se pueden contemplar las estatuas y torres barrocas del Puente de Carlos, uno de los emblemas de la ciudad. La sede es un viejo molino medieval que Meda Mládek se encargó de restaurar con el apoyo del Ayuntamiento de Praga. A pesar de su emplazamiento privilegiado en el aristocrático barrio de Malá Strana, en 1989 era un edificio en ruinas, abandonado entre maleza y grafitis. Ella lo tenía claro: era el lugar elegido para exhibir su colección de arte moderno.
 
A Meda Mládek (1919, Zákupy) la Segunda Guerra Mundial y la ocupación nazi le pillaron en el extranjero. Cuando todo acabó, no pudo regresar a casa: bajo influjo estalinista había comenzado una dictadura comunista que se prolongó cuatro décadas. Las nuevas autoridades checoslovacas tenían una idea muy diferente de la función del arte. En 1949 decidieron felicitar a Josef Stalin en su 70º cumpleaños erigiendo en Praga la mayor escultura en su honor del mundo. Meda Mládek se trasladó a París, estudió historia del arte y emprendió una pequeña editorial, Edition Sokolová, el primer sello editorial checo en el exilio, que publicó el primer monográfico de la pintora checa Toyen. A su futuro marido, el checo- polaco Jan Viktor Mládek, lo conoció durante una visita para negociar la financiación de su proyecto. Jan Mládek había trabajado con el economista John Maynard Keynes en el Plan Marshall y fue el primer director del Fondo Monetario Internacional en Europa. Tenía dinero, contactos y creía en una divisa que hoy preside la entrada del museo en la isla de Kampa: “Si la cultura sobrevive, también lo hace la nación”.

Misión de coleccionismo única

Jan y Meda Mládek se casaron en 1960 y pronto se mudaron a Washington, donde iniciaron una misión de coleccionismo única con el propósito de alentar la creación de los artistas checoslovacos represaliados por el régimen comunista. La tarea pronto se amplió a otros artistas europeos. Tanto los que estaban en el exilio exterior como interior. Así, durante años, Meda Mládek viajó a los países de la órbita soviética en busca de obras que tenían vetada su presencia en museos y galerías de arte y cuya promoción estaba prohibida. Un recorrido por las salas del museo permite hacerse una idea del viaje en el que se embarcó Meda Mládek en los años 60 y 70 rumbo a Checoslovaquia, Polonia, Hungría, Yugoslavia...
 
El primer viaje lo hizo a Praga en 1967, tras 19 años fuera del país. Además de las obras de František Kupka, uno de los fundadores de la pintura abstracta moderna, considerado un artista degenerado para las autoridades comunistas, Meda Mládek fue tras la pista de pinturas, esculturas y grabados de autores contemporáneos. Continuó en Polonia, donde buscó los trabajos experimentales de la célebre escultora polaca Magdalena Abakanowicz.
 
A David Granda, último periodista español a quien concedió una entrevista en Praga, le explicó cómo había reunido en plena Guerra Fría una de las colecciones de arte moderno más importantes de Europa:
 
“No hay que tener mucha imaginación –comentó en su residencia junto a las instalaciones del museo–. Todo se reduce a dinero. Sabían quién era mi marido y quién era yo. El gobierno comunista checoslovaco estaba muy necesitado de moneda extranjera, sobre todo dólares norteamericanos en metálico. Las obras de artistas como Jiří Kolář, Načeradský o Nepraš no podían exhibirse en los museos de Checoslovaquia, pero su venta no estaba prohibida al extranjero. La clave era conocerlos, saber en qué estaban trabajando en ese momento –lo que no resultaba sencillo dentro del país, imagínese en el exterior–, manejar los contactos y, claro, tener los dólares”.
 
El trato funcionó hasta 1984, cuando las autoridades decidieron finalmente prohibirle la entrada a su propio país. Su presencia se había vuelto incómoda. Sus viajes habían adquirido notoriedad internacional. “No soy una espía –declaró al Washington Post en 1988–. No voy a Praga para encontrarme con disidentes. No hago nada reprochable. Ni siquiera voy a visitar amigos que son líderes del movimiento disidente. Tan solo voy para buscar artistas que son buenos”.
 
Su labor no se limitó al coleccionismo y el mecenazgo, también se encargó de la promoción de estos artistas en el extranjero. Presentó sus obras en exposiciones de los mejores museos y galerías de Washington, Nueva York y Viena. El director del Museo Hirshhorn de Washington D.C., un templo del arte moderno, afirmaba que nunca había conocido a una devota apasionada del arte como Meda Mládek.
 
El telón de acero se había cerrado para Meda Mládek, pero ella, de una personalidad y tenacidad muy persuasivas, siguió coleccionando arte y apoyando el trabajo de artistas checoslovacos. ¿Cómo? Seleccionaba las obras mediante fotografías y enviaba a emisarios de su confianza para adquirirlas. No pudo regresar a Checoslovaquia hasta 1989, con la caída del régimen comunista. Uno de sus grandes amigos se convertiría en el primer presidente de la República tras la Revolución de Terciopelo: Václav Havel.

‘MEDA Embajadora de Arte’

Con motivo de su aniversario, el Museum Kampa presenta una completa exposición comisariada por Pavel Liška y Robin R. Mudry que indaga en la figura de Meda Mládek y en su relación con el arte. La muestra MEDA Embajadora de Arte concede un gran protagonismo a su casa en Georgetown, Washington D.C., que se convirtió en un santuario pagano del arte de Europa Central y Checoslovaquia durante sus años en el exilio. El hogar de los Mládek era punto de encuentro habitual de artistas, intelectuales y celebridades, además de un puente entre Occidente y la riqueza cultural de los países del bloque del Este. Sus fiestas eran míticas. En sus cenas cohabitaban políticos con artistas y diplomáticos con escritores entre pinturas abstractas de František Kupka y esculturas gigantes de Karel Nepraš.
 
Además, durante todo el año se celebrarán conferencias, exposiciones temáticas y performances teatrales y musicales, con el 8 de septiembre como día grande. Al Museum Kampa se le unen la Villa Werich, también restaurada y abierta como centro de arte en la isla de Kampa por Meda Mládek, y la Villa Portheimka, declarada monumento cultural nacional y que alberga el museo del vidrio.

El Museum Kampa cuenta con la colección de obras de František Kupka más importante del mundo. También acoge anualmente una serie de exposiciones temporales en las que se presentan artistas modernos centroeuropeos de última generación. A lo largo de los años, el centro ha montado exposiciones de artistas de la talla de Kamil Lhoták, Karel Malich, Toyen, Andy Warhol y Helmut Newton.