Disfrutar del placer de conducir en países como Chequia, donde las distancias son abarcables y los paisajes invitan a la sorpresa a cada instante, es el mejor regalo que podéis haceros si os gusta viajar a vuestro aire.

Los itinerarios en coche cuando se viaja a Chequia suelen partir de Praga, una capital europea que es una invitación al deleite cultural, y se adentran en regiones donde la vida transcurre tranquila, entre pueblos encantadores, castillos, balnearios, lagos, granjas y grandes bosques. Esta ruta que os detallamos a continuación reúne en un recorrido circular por todo el territorio los atractivos más destacados para un primer viaje al país. El itinerario está pensado para hacerse en unos doce días, aunque todo dependerá de vuestra curiosidad y del tiempo disponible… porque seguro que querréis quedaros mucho más.

Praga, un amor a primera vista

Piedra, torres, arte, brumas, río, alma, brindis, tranvías, pasos, besos… Praga.  La capital checa abruma y lo hace a conciencia, ya sea a pie de plaza o desde lo más alto de un campanario. Despliega sus armas de seducción y siempre deja ganas de más, de volver una y otra vez. Aunque  ya hayáis estado, es aconsejable quedarse un par de días para descubrir sus novedades pero si es la primera vez, nuestro consejo es que reservéis al menos tres días para sentir sus buenas vibraciones y cumplir con las visitas imprescindibles.

No os resistáis, recorred su casco antiguo dividido por el río Moldava, enamoraos de las calles que peinan el barrio de Staré Město y dejaos seducir por la belleza 360º de la plaza de la Ciudad Vieja, por la coquetería de las casitas medievales de Malá Strana, por la omnipresencia del Castillo de Praga o por las luces y sombras del Barrio Judío de Josefov. Andad y desandad, navegad, subid a un tranvía histórico, ved cómo el mundo se detiene mientras los rayos de sol se filtran por las paredes de cristal de una jarra de cerveza. En Praga hay que reservar tiempo para disfrutar porque, como decía el cantante Pau Donés: “vivir es urgente”.

Organizad vuestras visitas en la capital mediante las recomendaciones recogidas en este enlace pero reservad algún día para hacer una excursión de ida y vuelta a Karlštejn, Konopiště, Terezín o al Paraíso de Bohemia. Después, os proponemos subir al coche porque las regiones checas también deparan una sorpresa tras otra, tras otra, tras otra...

Entre balnearios y castillos de cuento

Apenas a dos horas desde Praga, se encuentra la ciudad de Karlovy Vary. Majestuosa, elegante y con una arquitectura creada a la medida de la alta sociedad que frecuentaba sus balnearios. Caminar por la ribera del río Tepla es no dejar de sorprenderse ni un momento con sus columnatas, palacetes, casinos, balnearios y hoteles históricos. Sus terrazas, siempre animadas, invitan a hacer un alto en el camino para respirar hondo y seguir descubriendo la naturaleza apabullante que la custodia por todos lados. Si subís al mirador del Salto de Ciervo, sabréis de lo que hablamos y entenderéis la fidelidad que personajes como Freud, Chopin y Casanova siempre le guardaron. Además de tomar las aguas que manan de las fuentes directamente de los manantiales, es muy conveniente hacer alguna excursión a entornos cercanos como la fábrica de cristal de Moser donde es posible ver trabajar a los cristaleros y admirar piezas históricas en su pequeño museo. O visitar pueblos preciosos como Loket, apenas a 14 kilómetros, cuyo castillo acogía en sus retiros veraniegos a Carlos IV y donde es un placer degustar su cerveza artesanal en la microcervecería Florian.

Desde Karlovy Vary se puede completar el triángulo balneario visitando Mariánské LázněFrantiškovy Lázně, ambas ciudades son perfectas para el descanso y el retiro físico y mental. Sin embargo, el camino continúa porque a sólo 24 kilómetros se encuentra el palacio de Bečov nad Teplou que alberga el relicario de Santo Mauro, la segunda pieza más valiosa de Chequia, sólo por detrás de las Joyas de la Corona, y que guarda una curiosa historia de espías.

De Pilsen a Bohemia del Sur

En menos de una hora se dejan atrás las columnatas y los misterios palaciegos para entrar en el universo dorado de la cerveza. ¿Sabíais que Pilsen es la cuna de las cervezas rubias tipo pilsner? Indudablemente, en este lugar hay que visitar alguna factoría como la Pilsner Urquell pero también es necesario dejarse llevar por sus calles para conocer el Museo de Marionetas o las casas funcionalistas diseñadas por Adolf Loos.

A unas dos horas en coche desde Pilsen, camino de České Budějovice, se puede hacer una parada en el castillo de Hluboká nad Vltavou, una joya romántica que anticipa la belleza que encontraréis en la capital de Bohemia del Sur. Sus elegantes casas burguesas, situadas alrededor de una de las plazas más grandes de Chequia, son un buen lugar para tomar conciencia de este viaje por las carreteras de este bello país centroeuropeo. Y si sois fans de la cerveza, no dejéis pasar la ocasión de visitar la fábrica donde se elabora la famosa Budweiser Budvar.

A menos de media hora se ubica otro tesoro imperdible, Český Krumlov. Está considerada la gran joya renacentista de Chequia y para muchos es la población más bonita del país. También la han bautizado como la Puerta de Šumava, ya que en sus alrededores se encuentra el precioso Parque Nacional de Šumava. El porte elegante de su castillo añade un toque romántico al ya coqueto entramado medieval, que además está enmarcado por el que está considerado el más bello meandro del río Moldava.

De la arquitectura al vino y viceversa

Subid al vehículo de nuevo para descubrir destinos injustamente poco conocidos como Telč (a unas dos horas de Český Krumlov), Třebíč y Mikulov. El primero, con sus poco más de cinco mil habitantes, ostenta con orgullo su declaración de Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Además, no deja de cosechar piropos cuando los viajeros recorren su casco antiguo, que dispone de la mejor muestra de Renacimiento italiano desde el norte europeo. Y si Telč impresiona, esperad a ver los restos judíos de Třebíč, su judería es sorprendente, o el coqueto casco histórico de la ciudad morava de Mikulov. En este último también es conveniente dejarse llevar por la música y el vino, dos elementos que nunca faltan en la localidad.

Como el viaje debe seguir, pasead la mirada con calma por las suaves colinas cubiertas de viñedos que rodean Mikulov ya que preparan la retina para la belleza que espera en Valtice. Esta ciudad recibe el sobrenombre de la capital del vino debido al mar de viñas que rodea la zona y al vino de calidad que producen los viticultores locales. En su palacio barroco, además de recorrer sus bellos jardines hay que bajar a su bodega, una visita obligada. A pocos kilómetros las emociones continúan en el recinto Lednice - Valtice, un elegante espacio alrededor de varios palacios donde se ubican románticas construcciones, estanques y bonitos rincones. Denominado el Jardín de Europa, este espacio fue inscrito en la lista de la Unesco por su riqueza monumental y natural.

Vive la vida en Brno

Sólo 45 minutos en coche separan la zona palaciega de Lednice - Valtice de Brno pero su impronta cambia totalmente, ya que esta última, además de ser la capital de Moravia, es la segunda ciudad más grande de Chequia. Esta vibrante urbe sorprende no solo por su historia y monumentos sino también por ofrecer una intensa agenda cultural, una gran oferta de ocio y un ambiente amigable.

Brno puede ser una excelente base para descubrir la región de Moravia si preferís instalaros en un solo lugar y hacer excursiones de un día. Dos visitas recomendables a menos de una hora desde aquí son Kroměříž Olomouc. La primera es una ciudad repleta de palacetes históricos, columnatas y grandes jardines que ha enamorado a la Unesco. Otra parada indispensable es Olomouc, probablemente el conjunto más bello de Moravia y uno de los menos conocidos de Europa Central. En su casco histórico, el segundo más monumental del país después de Praga, destaca la Columna de la Santísima Trinidad, inscrita en la Lista de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Otros lugares en su casco urbano son la Catedral de San Wenceslao y el Museo Arzobispal. Y, por supuesto, no hay que marcharse sin gozar del animado ambiente de la ciudad.

Dos paradas de regreso a Praga: Litomyšl y Kutná Hora

El viaje va llegando a su fin pero de regreso a Praga también salen al encuentro ciudades sorprendentes como Litomyšl que invitan a ser disfrutadas con calma y donde todo destila arte. Además, su casco antiguo y su palacio renacentista se hallan protegidos por la Unesco. También hay que mencionar que vio nacer a Bedřich Smetana, uno de los compositores de música clásica más reconocidos del país, así que a buen seguro las musas os acompañan en vuestros paseos.

Y para poner el broche final a este inolvidable viaje, no dejéis de visitar en Kutná Hora la bonita iglesia de Santa Bárbara, la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción, la antigua mina de plata y el Osario de Sedlec que guarda más de 40.000 esqueletos humanos colocados de forma artística.

Así, entre palacios, pueblos, cultura, naturaleza y una deliciosa gastronomía, habrán pasado doce días y doce noches… y casi dos mil kilómetros de belleza checa. ¿Estáis pensando ya en repetir?